Muy bien, vamos a repasar la lección. Número uno, cuando siento que el corazón me lo retuercen con unas tenazas hasta no poder más, no es que el mundo se esté cayendo a pedazos, ni que mi tristeza esté al borde del precipicio, ni siquiera que haya renunciado a la mano que un día tomará la mía. No. Quiere decir que tengo inflamada la pleura. Así es, amigo (s). Si no sabe el significado búsquelo en wikipedia que yo tampoco lo sabía. Numero dos, cuando uno regresa de un viaje con viáticos y trabaja en un corporativo, debe prepararse sicológica y mentalmente para el mayor reto de todos, un deporte extremo, en verdad, una tarea que requerirá el máximo de concentración, energía y acopio de fortaleza moral. Es hora de reunir las facturas, ordenarlas por fecha, llevarlas a firmar una por una con su jefe inmediato, conseguir el folio con la secretaria que depositó los viáticos, que por cierto está de vacaciones, averiguar y confirmar con la gente de nómina que efectivamente se han realizado los decuentos, ir a buscar a una niña en finanzas que a lo mejor podría conseguir el folio luego de sangrientas excavaciones en los archivos perdidos de contabilidad, llenar un formato en el que deberá detallar la fecha, número de factura, y el costo con IVA y sin IVA de lo que comió y donde durmió y donde voló y si sobrevive a todo esto, podrá, finalmente, llevar las facturas engrapadas, firmadas y con el bendito folio anexo al contador (suplente, porque la titular está de vacaciones) que procederá a aplicar la comprobación de gastos.
Fucking vogons. I say. Para calmar la pleura y el dolor en el alma, un relajante muscular. Para soportar la burocracia corporativa, encogerse de hombros, respirar hondo, muy hondo y volver mañana a la ventanilla de finanzas.
Grrr.
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