He dormido tan mal últimamente que ayer tuve que recurrir, otra vez, a las pastillas para dormir. ¿El resultado? 11 horas de sueño pesado, repleto de sueños bizarros. Una orgía de imágenes y emociones implacable. A veces dolorosa. Fantasma, premonición, alucinación, alegoría, deja vu dentro del deja vu, sentimiento, desesperación, huída. Conseguir dinero para ver un grupo de rock post moderno en un teatro gótico. Sentada en la butaca. Un bebé llorando. Un bebé enfermo. Salir con él. Taxi. Albatros. Volar. Dolor. Al despertar, pensé en mi primer amor, y cómo hube de sacrificarlo de un tiro, como un animal enfermo y moribundo, para que no sufriera más. Todo había terminado. Me lo rogaba con sus ojos. No estaba despierta, había despertado dentro del sueño. Recuerdo cómo, al apartar la cara para no verlo, la sangre me salpicó. Y yo lloré. Lloré, lloré y la sangre ... Iba en un barco de papel, que se humedecía y empezaba a hundirse, a hundirse en los rápidos de sangre y las lágrimas que no terminaban de mezclarse, que burbujeaban, que hervían. Terminé atorada en una roca, al sol, amoratada por la violencia de los golpes contra las rocas, y exhausta, con mi barco deshilachado y en la vela una inicial.
Dios mío, estoy enamorada.
1 comment:
este texto parece sacado de trainspotting.
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