December 14, 2004

Preludio

I said I was going to blog it, and so I will.

¿Importa perder un amante? En la cumbre del reino animal la respuesta es fácil: para nada. El coito es una experiencia genial, tanto como la excreción y la glotonería. Pero todo se acaba, en especial las cosas buenas, y el amante se desvanece hasta volver a ser un sujeto como los demás.
Nunca por mucho tiempo. A diferencia de los humanos, que se preguntan si se ayuntarán otra vez, nosotros nunca nos inquietamos. Cuando las feromonas se calman, somos en lo sexual indiferentes. Cuando las feromonas nos asaltan, estos productos químicos milagrosos nos brindan un amante ideal, idéntico al anterior.
Al nivel del suelo el amor no correspondido es inexistente.
En cuanto a la descendencia, tenemos una política que sólo adoptan ciertos humanos prevenidos de la ciudad: Nadie sabe la identidad de su padre.
Una sola inyección de esperma puede fertilizar toda la producción de los huevos de la vida de una hembra... pero también puede no hacerlo. Después de cada ronda, es difícil saber si la siguiente camada es obra tuya o de alguno de tus predecesores. Pero después de todo, ¿a quién le interesaría saber una cosa así?
Esto no es una fanfarronada. Cuando fui arrojado al intimidante mundo del homo sapiens, fueron sus reacciones a la separación de sus amantes lo que me brindó mi primer consuelo. Pronto me daría cuenta de que el hombre es sólo un misterioso visitante en nuestro ecosistema. El motivo es simple: los humanos no pueden adaptarse porque no son recompensados al diversificar su carga genética.
La separación no origina en ellos la sensación de satisfacción que produce un trabajo bien hecho ni hace latir sus corazones ante la perspectiva de una próxima vez, sino una oscura y debilitante inseguridad.
De hecho, la separación enciende pasiones humanas que la consumación es incapaz de despertar.
Durante mis primeros días, la Biblia me asaltó con ilustraciones de estos rasgos, pero me negué a creerlo. Posteriormente, la Ilíada me ofreció una confirmación y me hizo concebir la posibilidad de que fuera cierto.
Según Homero, la Ilíada es la historia de un hombre que llevó a sus compatriotas a una sangrienta muerte en tierras extranjeras porque la mujer de su amigo halló una cama más mullida para retozar (...) Luego llegó la flota griega. Los estúpidos jóvenes griegos y troyanos se hicieron puré unos a otros en las arenas grises de Troya. Ningún homo sapiens protestó contra esta absurda tragedia. No; se pensaba que era lo máximo de la hombría pelear y morir porque una mujer, a quien nunca habías visto, estaba copulando con otro hombre.
(...)cuando los humanos se separan o temen separarse de sus amantes, su conducta no conoce fronteras, no importa cuán seco o fútil se haya vuelto el romance. No me enorgullezco de conocer estas terribles verdades. Pero cuando los humanos comenzaron a pelear contra mí, tres mil años después de la caída de Troya, decidí quedarme y enfrentarlos, como lo hubiera hecho cualquier otro, usando su patético romanticismo como arma.


There. I did it. Weiss is considered to be a mix of Esopo, Bukowsky, Swift & Rabelais. Not necessarily a good one, though.

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