If this were a diary. And I had the time to write on it...
9:00 pm. No me importa que todo el mundo esté corriendo de aquí para allá y el área de editores parezca un remolino, los niveles de estres estén al rojo vivo (harían saltar cualquier estresometro) y la tensión impere. Son las 9 y no me importa. Faltan muchas cosas por enviar. Mañana es el cierre. El diseñador no trabaja bien si no tiene las cosas a tiempo. Nada. Comienzo a cerrar las ventanas. Ya he estado aquí todo el día y no me siento nada bien físicamente. Según mi lógica, es hora de poner pies en polvorosa y que el mundo ruede. Cierro la última ventana. Shit Down. (pun intented). Guardo mis cosas y salgo apresuradamente sin decir adiós a nadie. Pongo el gaffete en el detector infrarrojo. La puerta se abre. "Hasta mañana", digo prácticamente sin desviar la mirada de la salida mientras me abalanzo a la puerta principal. Ahhhh. Por fin afuera. Menos mal que saqué todo el desmadre que traía en la bolsa. Así se siente ligera. Bueno, y ahora qué. Caminar. Observar. El tramo entre Sufragio Efectivo y Mina y la calle Rosales está relativamente tranquilo. Tengo que cenar algo. Sé que debo de cenar algo. Que no se me olviden las vitaminas. Afortunadamente la ranitidina funcionó. Ahora sí que mi estómago está produciendo más ácido que mi cabeza. ¿Existe algún tipo de ranitidina mental? Alto. Cruzo la calle. Un borrachín está sentado en la parada del camión y me mira con una mirada torva. Está vestido relativamente bien. "Yo trabajo ahí", me dice, señalando la Procuraduría. "Y seguro que acabas de salir de acá", pienso refiriendome a la cantina de mala muerte que está junto al table dance Secrets. Hmmm. Hora de tomar un taxi. No, mejor un camión. Lo que pase primero. Pasa una ruta 4. Calculo rápidamente los pros y los contras. Me deja lejos de mi casa, justo a la entrada de Perisur, lo que significa que tengo que caminar bastante y no hay ningún super de paso para comprar ingredientes para hacer el caldo de pollo que reclama el tirano de mi estómago que últimamente me está imponendo los peores tormentos. Nah. A quién engaño. No lo voy a hacer y además siempre se me olvida qué lleva y cómo se prepara. Puedo verlo en el libro de recetas. Puedo preguntarle a una señora -no seria la primera vez-. Nah. Mejor una Maruchan del Oxxo. Tienen trocitos de pollo deshidratado no? Que no cuenta igual? Supongo que no. O puedo hacer chorizo. Mmmm. Chorizo con pan. Ay niña. Bueno, de algo te tienes que morir. Subo al camión. ¿Y si voy al cine? No, que flojera. No hay nada bueno. Ademas estoy cansada. Sólo quiero cenar y dormir. Sobretodo dormir. El camión se detiene a media calle porque alguien baja. Seguro que no está permitido que se detenga aquí, junto a un trailer, donde nada que ver y pueden atropellar a la gente cuando se baje... Bajo igual, y me echo andar pues todavía falta un buen trecho. Justo al dar la vuelta al trailer cuidando de que no me atropellen está un carro de hotdogs en el que siempre hay filas. Son unos hotdogs enormisimos que deben valer por 2000 calorias cada uno. Siempre esta lleno. Constato que esta vez es lo mismo. Sigo caminando. Dos abarrotes. Me detengo o no me detengo? No. Ah. La luna, la luna llena frente a mi. Parece una obra de arte salida de un montaje en Photoshop. Entre dos postes de luz, y al pie un maguey gigantesco. Wow. Esto es digno de fotografiarse, pienso. Lastima, no traigo ninguna cámara. Sigo caminando. Local de hamburguesas. Ni pensarlo. Malisimas y malas para mi problemita digestivo. Sigo adelante. Parque, escuela, barda, segundo carro de hotdogs, perro que hay que esquivar, casa de narcos, automóvil conocido, persona conocida, susto, corazon paralizado, no se que hacer, continuo caminando como si nada pasara, los ultimos metros parecen un kilómetro. Oxxo. Vecina. Casa. Donde estan las malditas llaves. Ah. Estoy dentro.
To be continued. Maybe.
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